15 abril 2007

¿Le ponemos esta media docenita de autores?



La cubierta de FFM está firmada por Lawrence Sterne (Stevens), que bien podría ser un heredero del tío Toby. Además, es perfecta, porque representa lo que hicieron los autores que aparecen en la cita de Javier Marías: siguieron el camino del león.

Dice JM en la página 93 de su libro Literatura y fantasma, publicado en 1992:

«Cervantes o Sterne o Proust, o más modernamente Nabokov, Bernhard o Benet han sido maestros en esa errabundia de los textos, o, si se prefiere, en la divagación, la digresión, el inciso, la invocación lírica, el denuesto y la metáfora prolongada y autónoma, respectivamente. En ninguno de ellos, sin embargo, podría decirse que su inclinación sea gratuita, o que no sea "pertinente" o "esencial" al relato. Es más, son esas inclinaciones las que posibilitan el relato de cada uno de ellos.»

9 comentarios:

Lara dijo...

Y en él, que siguió la inclinación: ¿es gratuita?

(Ya sé, ya sé, Nán.)

Anónimo dijo...

En relación con los infortunios de la virtud sobre los que hicisteis juegos de confusiones y desvaríos en la entrada anterior: no os lo vais a creer (quiero decir "te", Nán, con ese "os"), pero mi mujer... mi mujer (casi me avergüenza decirlo) se llama Clea.
Aunque conserva ambos brazos en perfecto estado.
Muy, muy sorprendido de haber salido de casa de Sterne, parado en la Bastilla y recalado en La Corniche.

Anónimo dijo...

¡Joder, Pablo!
Qué nombre tan divino. ¡Qué suerte!

Cierto que esta página que visitamos "de ocultis" unos pocos se está poniendo de lo más sterniana e interesantona.

¡Clea! (qué bien, qué bien)

Anónimo dijo...

Recuerdo: llegué al Cuarteto cuando estaba de beca en Londres, en medio de una de esas rachas (¿no les pasa?) en las que ningún autor me arañaba, no conseguía pasar de la página veinte de nada, todo me parecía superficial y vacío o pretencioso, y casi siempre mal escrito. Y un día, recuerdo, al salir del horrible trabajo que me permitía pagar el carísimo apartamento de Cromwell Road en el que me hacinaba, comencé Justine. Yum, yum.
Aún tiemblo con:
"Does not everything depends on the interpretation of the silence around us?"
El bombardeo del puerto de Alejandría, las historias de Pursewarden, el Naruz del labio leporino, la noche del carnaval, las playas de la Corniche...
Más tarde, mucho más tarde, abrí El Quinteto de Avignon, y algún libro de viajes sobre Corfú. Pero nada. Sea lo que fuera aquello, ya se había desprendido de mí, por desgracia.
Años después, sin esperarlo, al leer al pequeño Gerald me partí de risa con el retrato feroz que hace de su hermano. Y es que todas las estatuas... ¿cómo era esa cita de Cocteau?
Me emocionó recordar a Durrell, ya ven. Ay, tiempo pasado, lecturas que ya no haré, marejadas.
Saludos

Anónimo dijo...

Qué emocionante volver a recordar Justine, Pablo. Hay una frase que tendré que buscar, dice algo así como que amamos a una ciudad cuando amamos a uno de sus habitantes...

Anónimo dijo...

Y entre todos sus habitantes, El Poeta, ¿os acordáis?

NáN dijo...

Hace tanto que tendré que volver a ello. Aunque no sea lo mismo porque yo ya no lo soy, he conseguido mantener viva (o de recuperar) la capacidad de re-sorprenderme y re-emocionarme. Tienes razón en lo del Quinteto (lo de Corfú me llegó mucho más). Pero ¡ha llegado el momento de otra lectura del Cuarteto! (y será distinta porque en lugar del "deseo" hacia el futiro habrá...).

Seguid vosotros dos, que sois una bendición (laica y republicana, desde luego).

Anónimo dijo...

Clea, como la del Cuarteto de Alejandría...

Perdonenme la intromisión en este Blog. Pero voy a atreverme a hacer una minúscula crítica (que Dios me asista) al párrafo de Javier Marías. Y conste que es un escritor al que admiro, y soy cliente suyo (trinco todo Reino de Redonda que logro encontrar).

Pero ya sabe Nán el tremendo contencioso que tengo con Proust. O más bien con su obra.

Vale que divagar en los textos pueda estar bien... PERO NO LO HAGAS DURANTE TRES MIL PÁGINAS, por tu madre. Me terminé "en busca del tiempo perdido" porque he heredado la cabezonería de mi abuelo materno, que si no...

Que los rayos surgidos del parnaso caigan sobre mi calva. Pero a mí, Proust, me parece un pelma. Fitoplancton dixit.

NáN dijo...

Has llegado justo al blog de la Intromisión por excelencia.

Me gusta la morosidad (en todos sus sentidos, ¡qué leches!, que tampoco soy un banco), así que disfruto de que me cuenten una minúscula parte de tiempo en 40 páginas. Si lo que se cuenta me gusta claro, porque algo sin interés y además largo (como una cola en una taquilla de cine) me revienta.

Pero que sepas que el amor a Marías, que comparto contigo, no te predispone a la benevolencia de Lara. Por cierto, en el último número de la revista ZUT (¡¡¡mi querida Fuentetaja se reinagura dentro de poco en otro local, más grande todavía, de la calle San Bernardo, volveré a desayunar los sábados con alguno de sus libreros y volveré a poder conseguir revistas como esa en un plisplás!!!) ... ¿Dónde me había quedado?... ¡Ah, sí! Que en el último número de ZUT Lara le hace a Marías una entrevista. Todavía no la leí. Pero en el número anterior aparece un relato de ella b u e n í s i m o.

Entrométase usted cuanto le plazca, caballero.